Economía compartida

 
Nallely Campos
hrs.

Entre todos los cambios de paradigmas que ha traído la digitalización, uno que recientemente está tomando relevancia, es el de la economía compartida.



En los últimos meses se ha vuelto un tema de preocupación para algunos sectores, de debate para los ciudadanos informados y de especial cuidado para las autoridades al emitir sus opiniones a este respecto.

¿A que se refiere esto de la “economía compartida”? El periodista estadounidense Thomas Friedman, autor del extraordinario libro “La Tierra es Plana”, publicado hace más de diez años y que en su momento fue una de las más claras explicaciones de las implicaciones de la globalización, lo resume como “lo mío es tuyo a cambio de una pequeña cuota”.

No hay una definición formal de la “economía compartida”, el concepto hace referencia al intercambio de bienes y servicios entre individuos, a través de una plataforma tecnológica, convirtiendo el acceso en el centro de la negociación, en lugar de la propiedad. A este concepto también se le denomina “economía por demanda”, “consumo colaborativo” o “economía entre pares”.

Brian Chesky, fundador y CEO de Airbnb, empresa de alquiler de alojamiento entre particulares, ejemplifica los beneficios de este modelo con un ejemplo curioso. Afirma que en Estados Unidos hay aproximadamente 80 millones de taladros eléctricos, cada uno de los cuales se usa en promedio 13 minutos al año. ¿Sus dueños, realmente los necesitan?

En los últimos cinco años los teléfonos inteligentes y las tabletas se posicionaron en el centro de todo lo que hacemos. Ya sea jugar, ver un video, escuchar música, enterarnos de las noticias o compartir experiencias a través de las redes sociales. Los traductores móviles acaban poco a poco con las barreras para expresarse en un idioma desconocido sin ayuda de nadie, los mapas nos permiten ubicarnos y llegar a nuevos lugares sin dificultades, y todo esto apunta a que se mantendrá la tendencia creciente en el uso de estos dispositivos, que además, son una pieza fundamental en el éxito de la economía compartida.

Hay quienes opinan que esta nueva modalidad económica surge de la debilidad en el poder de consumo, derivada de la última crisis internacional, aunque es una realidad que las nuevas generaciones, comienzan a abandonar la necesidad de sentirse propietarios y esto puede ser también por conciencia ambiental, o inclusive por falta de espacio en las viviendas de las grandes urbes.

**Algunos ejemplos**

Las cifras de este fenómeno son impresionantes. Al mes más de un millón de viajeros se alojan en casas y apartamentos de otros particulares utilizando Airbnb. Alguien que tiene disponible una habitación en su casa, la ofrece a través de la plataforma a cambio de una pequeña cuota. La empresa, con origen en San Francisco, maneja en la actualidad más de 650,000 espacios en más de 34,000 ciudades. Esta start-up cerró recientemente un acuerdo para obtener más de 1,500 millones de dólares de fondos de inversión de Estados Unidos y China, lo que podría darle un valor de más de 25,000 millones de dólares. De modo que sin poseer un solo inmueble, podría superar en valor a algunos renombrados grupos de hoteles como Marriot, que de acuerdo con estimaciones recientes de analistas de Wall Street alcanza los 21,000 millones de dólares.

Algunas características comunes de estas plataformas son: la tecnología que permite al prestador del servicio, conectarse directamente con el consumidor.

Estas nuevas compañías están conceptualizadas como intermediarias, prácticamente todas permiten a los consumidores construir la reputación de sus proveedores, enfoque diferente al tradicional, que se basa comúnmente en certificaciones y entrenamientos.

**Las reacciones del mercado**

Las nuevas empresas cuyo modelo de negocio se basa en la “economía compartida” están planteando un desafío jurídico en varios países y también molestia y temor entre sus competidores tradicionales.

La plataforma digital de transporte con conductor Uber, por ejemplo, es vista como un competidor desleal por asociaciones de taxistas en varias naciones del mundo, incluido México.

Airbnb es vista con desconfianza por la industria hotelera mexicana. La empresa acerca a los viajeros a opciones locales de hospedaje como alternativa a un hotel a través de internet.

La realidad es que los nuevos operadores de la economía colaborativa sólo son molestos cuando empiezan a obligar a alguien a salir de su zona de confort, para no desaparecer del mercado.

**El reto de la regulación**

Parece que ahora gran reto al que se enfrenta la “economía compartida” es la regulación. Nos encontramos ante la inminente necesidad de un marco legal que confiera seguridad a la sociedad ante este tipo de iniciativas.

Las regulaciones existentes están basadas en un modelo económico que se está volviendo obsoleto, normalmente son locales, cuando ahora tratan con fenómenos globales. No se trata de mantener el enfoque de la regulación del castigo, sino de promover la eficiencia y la innovación.

Seguramente este nuevo modelo económico tendrá importantes impactos en la industria del turismo.

**Esta nota se ha tomado de los apuntes del curso Informática para el Turismo, de la Licenciatura en Administración Turística de la Universidad Anáhuac.**



hrs.

Periodista especializada en turismo

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