De bed & breakfast a enclave enoturístico en el Valle de Guadalupe

 
Carlos Velázquez
hrs.

Valle de Guadalupe. Gustavo Ortega, fundador de Vinícola El Cielo, ha contado como quiso capitalizarse vendiéndole un terreno en Quintana Roo a Dolores López Lira y José Luis Martinez, propietarios de Grupo Lomas, quienes terminaron siendo sus socios en este desarrollo enoturístico.




Martínez le propuso hacer una empresa grande, porque entendió que hacían falta cuartos de hotel, comenzando porque en su primera visita se quedaron en un cuarto donde la “cerradura” era una argolla y un candado.


Cuando fueron a lglesia católica vieron que todos los feligreses eran mujeres o niños, porque los hombres estaban trabajando en Estados Unidos. 


Martinez vio una oportunidad, pero no en un bed & breakfast de 10 o 15 habitaciones como el que deseaba Ortega; así es que hoy tiene 97 suites, 89 hectáreas sembradas de uva, 60 de las cuáles son orgánicas, y más de 300 empleados.

Esta semana El Cielo cumplió su 10º aniversario y ya es la vinícola mexicana más premiada de la última década; entre sus reconocimientos, el enólogo Jesús Rivera es el único en el mundo que ha conseguido dos vinos revelación, un tinto y un blanco, en el Concurso Mundial de Bruselas.


El Cielo ha sacudido conciencias en el Valle de Guadalupe y es acusado de ser el “nuevo rico del barrio”, cuando hay otras bodegas que tienen más recursos económicos.


En cambio, es líder en innovación y aquí utilizan máquinas de prensado y tanques como los que tienen algunas de las grandes bodegas, entre ellas Vega Sicilia y Opus One.


El año pasado una helada les quemó 4 hectáreas y ahora cuentan con unos ventiladores gigantes que se acciona automáticamente y dispersan el frío cuando amenaza a las uvas.


A la fiesta de 10 años llegaron López Lira y Martinez en un vuelo de Viva Aerobús procedente de Cancún, aunque él tiene problemas de movilidad debido a una dura enfermedad de la que se ha sobrepuesto con entereza.


El viaje fue complicado y su esposa le propuso rentar un vuelo privado para regresar; pero él no estuvo de acuerdo, porque sabe que siempre hay que seguir invirtiendo y hoy la vinícola ya ha recibido más de 40 millones de dólares.

La última aportación de López Lira y Martínez fue en la pandemia, cuando en medio de la tormenta de la enfermedad del segundo y un complejo entorno financiero, desembolsaron 20 millones de pesos para pagarle a los trabajadores.


Ortega camina por su aventura empresarial junto con Gina Estrada, su compañera de vida, una respetada sommelier que hoy ocupa la dirección general adjunta.


“Cambio” es una palabra crucial para esta vinícola y después de que su hotel fue operado por Karisma, aliada de López Lira y Martinez durante muchos años, buscaron a Presidente Intercontinental, especialista en viajes de incentivos y el manejo de hoteles en plan europeo.


Hoy se quedó atrás aquel sueño de Gustavo, quien se veía dirigiendo en sus años de madurez un bed & breakfast de 10 habitaciones y disfrutando de la plática con los huéspedes.


Su propósito es que El Cielo sea una empresa enoturística de clase mundial, como Marqués de Riscal o Abadía Retuerta.

Por lo pronto hoy ya es el referente para quienes desean hospedarse muy bien, comer mejor y disfrutar de algunos grandes vinos en el Valle de Guadalupe.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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