¿Cuál es la vocación de Loreto?

 
Alonso Gordoa
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Aunque el día 14 de junio había un ánimo de celebración por parte del gobernador de Baja California Sur, Marcos Covarrubias, debido a que Loreto obtuvo la denominación de Pueblo Mágico, cabe preguntarse si se trata realmente de su vocación.



Cuando se creó este programa durante el sexenio de Vicente Fox, la idea fue poner en valor algunos destinos turísticos medianos o pequeños que estuvieran en la ruta de los más grandes.

El ejemplo típico, y uno de los primeros en obtener dicha denominación fue San Miguel de Allende, que está cerca de ciudades más grandes como Querétaro, León y Guanajuato.

Al invertir recursos públicos en mejorar la imagen urbana de San Miguel e incluirlo en algunos programa de promoción, se logró el efecto de que aumentara el número de visitantes.

Loreto, en cambio, se encuentra a unos 350 kilómetros al norte de La Paz y a unos 500 kilómetros de Los Cabos por carretera.

No es un trayecto imposible de realizar, pero ni es una localidad de paso ni tampoco está cerca.

El caso contrario es Todos Santos, a 40 minutos de La Paz y a una hora de Los Cabos, debido a lo cual, y si sumamos sus atractivos, tenía todas las características por las que recibió el reconocimiento de Pueblo Mágico.

Pero además, Loreto será el primero en donde Fonatur haya hecho previamente una inversión que, a precios actuales, supera los mil millones de dólares.

También cuenta con un aeropuerto internacional, algo que tampoco comparte ninguno de los otros Pueblos Mágicos.

De ninguna manera se pretende poner en entredicho que Loreto sea un sitio muy atractivo, ni tampoco acerca de su “magia” como destino turístico.

Con cinco islas al frente de la Bahía, una misión en el centro de la población y otra más a una hora, en medio de la sierra, en San Javier; para no hablar de su extraordinaria fauna marina y de que es un sitio importante para la práctica de la pesca deportiva, resulta un destino fascinante.

El hecho es que con toda esta infraestructura, hasta ahora había existido una propuesta mucho más ambiciosa para Loreto.

En los últimos años, incluso, ha aumentado la inversión privada a través del arribo de nuevos hoteles.

Si volverlo un Pueblo Mágico significa invertir más en su imagen urbana y hacerle promoción, se trata entonces de una decisión positiva.

Pero si la idea, en cambio, es olvidar todas aquellas inversiones públicas que se hicieron para convertirlo en uno de los principales destinos turísticos del país, entonces sería una decisión que valdría la pena revisar.

El gran reto para este destino son su ubicación geográfica y su baja conectividad y mientras no resuelva este último aspecto, difícilmente podrá explotarse su potencial turístico



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