CANCÚN.
Como si fuera la frontera entre Corea del Norte y del Sur, en los límites del hotel Nizuc, de la familia Cosío, y donde se pretende construir el hotel Riviera Cancún, de los Ríu, hay casetas de guardias de sendas empresas.
La razón no sólo es resguardar sus respectivos derechos patrimoniales, sino porque en ese preciso lugar, pero ya en la playa, es decir, en la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat), hay dos nidos de tortugas.
Ambos cercados y señalizados por Nizuc, como parte de un programa para cuidar a estos quelonios, que puso en marcha desde que el hotel inició operaciones.
Hoy esta última empresa tiene una demanda contra Ríu, debido a las violaciones en que pretende incurrir para construir un hotel de 560 cuartos, con casi el doble de la densidad permitida originalmente.
En medio de esta disputa, la imagen de las tortuguitas saliendo de la arena será una metáfora de lo que ya no pasará cuando una torre de 16 pisos ilumine esta playa.
Así es que Nizuc también tiene dispuestas cámaras de video, pues teme que Ríu acabe con los nidos haciendo algo tan simple como vertirles encima unas cubetas de agua hirviendo.
Esta historia muestra por qué se ha querido ver este caso como un problema entre empresarios ricos, cuando lo grave es que se sigan violando y cambiando las reglas, que buscan un equilibrio entre cuidado al medio ambiente y desarrollo.
Razón por la cual CEMDA, una organización medio ambiental de Cancún, también ha demandado al Ríu.
El viernes pasado, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) publicó en las páginas de este diario un desplegado dirigido a la “opinión pública”, sobre este asunto.
“Refrendamos nuestra confianza en dicho proyecto, luego de haber constatado que posee toda la documentación técnica y garantías provenientes de las autoridades mexicanas para la realización del mismo, sin ningún tipo de impacto que perjudique a la sociedad o al medio ambiente”.
También “condenan” las publicaciones en contra y dicen que están motivadas por intereses particulares de competencia entre hoteleros; lo que pone en riesgo el futuro laboral de 600 familias que se beneficiarán directamente por el hotel y mil 800 de forma indirecta.
Además “apelan” a la sensibilidad de quien difunde esta información, para que contribuya de manera responsable al desarrollo del país y el bienestar social.
Dichas reflexiones recuerdan cuando el Chacho García Zalvidea, presidente municipal de Cancún, alteró densidades y usos de suelo para la construcción del Ríu Palace, marchó frente a un grupo de trabajadores para defender los empleos que generaría el proyecto.
Bajo esa óptica, estaría fuera de lugar cualquier responsabilidad con el medio ambiente, sin ignorar que en Cancún, cuyo plan de desarrollo original tenía prevista una capacidad para 22 mil 500 cuartos de hotel, hoy supera los 30 mil y hay seis mil más en construcción.
Por falta de espacio, será mañana cuando se referirán algunas reglas que se han violado para realizar este proyecto que, según la CROC, no perjudicará al medio ambiente.