Como se anticipó aquí desde que el presidente Felipe Calderón instruyó a Gloria Guevara, titular de Turismo, para que apoyara a Carnival en su proyecto para desarrollar un homeport en Calica, Quintana Roo, el tema ya generó una creciente polémica.
Entre los hoteleros que públicamente se han opuesto a este muelle de cruceros de partida, hay que mencionar a José y Rodolfo Chapur, Fernando García Zalvidea, Rodrigo de la Peña y Alejandro Zozaya.
Ellos representan unos diez mil cuartos en la zona y que, además, otros empresarios del hospedaje ya se están sumando a su visión.
Zozaya declaró, por ejemplo, que se opone “rabiosamente” al muelle, pues los cruceros fincan una competencia desleal a los hoteles, pues no pagan impuestos, tienen menores costos de operación y su derrama a los destinos es mínima.
Mientras García Zalvidea argumenta que los trabajadores provienen de países distintos a México y recuerda que Cozumel, el único destino de cruceros relevante en el Caribe mexicano, hoy tiene la oferta hotelera más pobre de la región
El hecho es que Gloria Guevara ya contrató a un asesor para el tema de cruceros, Eduardo González Cid, a quien le dio la responsabilidad de cabildear el homeport.
La perspectiva de dicho empresario, quien llegó un día a Cozumel y decidió quedarse no sólo porque le encanta la isla sino porque encontró un nicho para hacer negocios en los cruceros, es opuesta a la de los hoteleros.
Considera que si hace una década la discusión sobre la posibilidad de abrir un homeport en Quintana Roo, comandado por Miguel Quintana, no prosperó fue porque se trataba de otro momento histórico.
Hoy destinos muy relevantes, como Barcelona, dice, han encontrado en los cruceros una actividad rentable para que, además, les genera millones de fam trips al año con cargo a los propios viajeros.
Bajo esta óptica los visitantes en barcos lejos de “ponerle palomita” a los destinos, encuentran razones para querer regresar.
Además hay casos muy exitosos como Sidney, la capital de Australia, donde se han especializado en avituallar los barcos, dotarles de combustible, servirles de astillero, además de que ofrecen opciones para el público de alto poder adquisitivo.
Así es que para González Cid, los habitantes de Cozumel simplemente no han hecho un esfuerzo consistente para obtener más beneficios de los hoteles flotantes.
Mientras tanto el gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, no ha tomado todavía una posición y turnará antes el caso a su consejo estatal de turismo.
Incluso ya hay una iniciativa para que la Escuela de Turismo de la Anáhuac, que dirige Francisco Madrid, realice un estudio sobre el tema que, ciertamente, hoy ya es motivo de controversia.