**Jorge Emilio González**, senador por el Partido Verde, hizo un anuncio que ha generado preocupación entre algunos empresarios de Quintana Roo; pues impulsa una iniciativa para prohibir los delfinarios en México.
En todo el país son unos 300 y generan un negocio que en Quintana Roo vende unos 40 millones de dólares al año y genera ingresos para unas 500 familias.
De entrada suena muy humanitario, poner en libertad un buen número de estos atractivos mamíferos marinos.
Aunque, primero, nadie puede afirmar a ciencia cierta que los delfines en cautiverio bien tratados, son más o menos felices que aquellos que viven en libertad.
Éstos últimos tienen que luchar todos los días por conseguir su alimento, enfrentarse a sus depredadores y hacer frente a todos los retos impuestos por la naturaleza y los seres humanos, como las redes de arrastre.
Quienes estudian el comportamiento animal, asumen que los animales no buscan “la felicidad”, como las personas, sino satisfacer sus necesidades y esto puede ocurrir en el mar o en un delfinario. Pero además cerrar estos negocios provocaría condenar a muerte a esos delfines, que no saben vivir en libertad.
También clausurar una fuente de empleo que, por sus características, genera una derrama importante entre los muchos individuos involucrados en este tipo de negocios.
Allí está latente la pregunta de si es válido o no sacar una ventaja comercial de estos animales y la respuesta obvia es que hay muchísimos negocios de esa naturaleza.
Es cierto que existen algunos, como está documentando en el caso de los espectáculos con orcas, en donde el abuso humano ha derivado en serios problemas.
Es diferente la convivencia con los delfines, pues la relación incluso puede resultar motivante para ellos y para personas con determinadas condiciones de edad o de salud.
De hecho, hay viajeros de algunos países, como el Reino Unido, que buscan deliberadamente y con anticipación esta actividad en México.
El gran reto sería, y allí los legisladores sí tienen un papel importante que cumplir, lograr que las condiciones de vida para los delfines mejoren; pero de eso a prohibir los delfinarios, sencillamente sería tanto como abandonar un negocio para cedérselo a otros destinos.
**Divisadero**
Aeroméxico. Realmente fue una sorpresa que **Sergio Allard** dejara la dirección Comercial de Aeroméxico, para asumir la de Recursos Humanos.
En su lugar viene un ejecutivo de Qatar y la relación con México la seguirá llevando **Jorge Goytortúa** como director de corporativo de ventas.
Así es que Allard, como profesional de las aerolíneas, una vez más tendrá que reinventarse y el paquete no es un caramelito, pues se convierte en el interlocutor patronal de los siempre activos sindicatos de esa compañía.