Buscan acuerdo general de protección al pasajero

 
Nallely Campos
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Desde que **Lorena Martínez Rodríguez** llegó como titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), lo hizo con una actitud en la que demostró conocer el derecho, ser dura y estar decidida a ejercer sus facultades como autoridad.
Una posición que le ha generado dolores de cabeza, justa o injustamente, a diversas empresas y hasta sectores de la actividad económica.
El de la aeronáutica no ha sido la excepción y, por ello, resultó interesante una reunión que se llevó a cabo la semana pasada, en donde dialogó con la mesa directiva de la Cámara Nacional de Aerotransportes, que preside **Fernando Flores**, director de Aeromar.
Hay que reconocer, primero, que este sector opera con reglas particulares que tienen que ser entendidas a profundidad, pues no se les puede calificar por el mismo rasero que a las tiendas departamentales, para mencionar un caso.
Así es que cuando las autoridades de la Profeco llegan a un mostrador de Interjet para exigir que esta aerolínea exhiba sus tarifas, resulta que no sólo hay muchas para un mismo asiento sino que cambian literalmente minuto a minuto.
Aquella historia de que dos asientos contiguos, con las mismas medidas, igual calidad de tapiz y estilo de descansa brazos puedan tener una diferencia de precio de diez mil pesos, es algo que sucede en la aviación todos los días.
La oferta y la demanda alcanza aquí mediciones que incluyen, desde pronósticos actuariales, hasta situaciones de último minuto que llevan a las aerolíneas a mover estos precios en un rango de siete tarifas o más.
Dicho lo anterior, también es necesario reconocer que el consumidor debería conocer con precisión cuáles son sus derechos ante una serie de imponderables ligados a los vuelos en aviones comerciales.
¿Después de cuánto tiempo la aerolínea incurre en un retraso que debe compensar económicamente al pasajero?
¿Tiene una compañía aérea alguna obligación con un viajero, si un avión no despega debido a un problema climatológico?
¿En qué medida una aerolínea debe flexibilizar sus reglas cuando, por ejemplo, se pierde una conexión porque un avión no puedo despegar desde su lugar de origen, debido a una nevada como es común que ocurra en el invierno en Nueva York?
¿A qué tiene derecho un turista cuando su maleta no llega, incluyendo un equipo deportivo altamente costoso que necesitaba para sus vacaciones?
Las preguntas, evidentemente, pueden extenderse mucho más y, en ese sentido, resulta importante que la titular de la Profeco y los miembros de la Canaero hayan estado dispuestos a trabajar juntos en un Acuerdo General de Protección al Pasajero.
No se trata de negociar nada nuevo, sino de hacer explícitas una serie de situaciones para que los turistas sepan qué pueden y no reclamar; algo que también aplica para los colaboradores de las aerolíneas que, en no pocas ocasiones, se pintan solos para evitar las responsabilidades.
Si este acuerdo se redacta seriamente y de buena fe de aquí al inicio de las vacaciones de verano, la Profecto podría hacer una aportación relevante a la relación entre viajeros y aerolíneas.





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Periodista especializada en turismo

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