Asetur debe jugar un papel más relevante

 
Carlos Velázquez
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Entre las decepciones y sinsabores que trajo para el turismo mexicano la Feria Internación de Turismo de Berlín (ITB), una más fue la baja asistencia de los secretarios estatales de turismo.

Tanto que se canceló una reunión con el titular de turismo federal, Miguel Torruco, pues sólo estuvieron para la inauguración Marisol Vanegas de Quintana Roo y Jorge Manos de Campeche.



Incluso Michelle Fridman de Yucatán perdió un vuelo desde Ámsterdam; así es que mientras los empresarios y representantes de los destinos mexicanos pasaban las de Caín explicando cómo la presencia del país líder de Latinoamérica quedó reducida a unos stands chiquitos, ella buscaba un vuelo desde el aeropuerto de Schiphol.

Además de las anécdotas, la pregunta que hoy muchos se hacen es a quién le corresponde librar las batallas del turismo.

Manos, el también presidente de la Asociación de Secretarios Estatales de Turismo (Asetur), mostró una enorme proactividad cuando su jefe, Alejandro Moreno, lo instruyó para que buscara ser el líder de los titulares de turismo.

Como se relató aquí en su momento, incluso logró cambiar los estatutos para entrar al proceso a destiempo y luego cabildeó intensamente para conseguir los votos.

Ahora las limitaciones que se perciben en Asetur son de índole política y económica.

En primer lugar los secretarios de turismo de los estados no se rigen solos, sino que dependen de las decisiones de sus gobernadores y en el caso concreto de Asetur de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago).

Nada más hay que recordar la historia, cuando las autoridades federales del gobierno pasado propusieron que los titulares de turismo de los estados firmaran un desplegado, para defender la permanencia del Consejo de Promoción Turística de México.

Aunque en lo personal muchos estaban de acuerdo, nadie obtuvo la autorización de sus jefes pues hubiera significado entrar en una confrontación con el entonces presidente electo López Obrador cuando otros asuntos les preocupaban más.

Adicionalmente, la mayoría de los titulares de turismo ni tienen un gran presupuesto, ni tampoco controlan en la mayoría de los casos los recursos del impuesto al hospedaje, aunque su origen haya sido impulsar la promoción turística.

Salvo el caso de Baja California Sur (BCS), donde la totalidad de ese impuesto se va a los fideicomisos de promoción estatal y de Los Cabos; en el resto de las entidades suceden muchas cosas distintas.

Hoy BCS tiene como estado la mayor tasa de crecimiento económico y turísticamente es el que proporcionalmente más inversiones privadas está atrayendo.

Pero en otros muchos, los fideicomisos que reciben el impuesto al hospedaje no están alineados con las secretarías de turismo y generalmente deciden directamente los gobernadores.

Incluso en Quintana Roo, donde existe el Consejo de Promoción Turística (CPTQ), el ejecutivo le asigna una parte de dicho impuesto.

Hoy Manos y Asetur deberían asumir el reto de convertirse en una organización respaldada por los gobernadores y que pueda generar alianzas entre los propios estados y con la industria; una opción que le daría al turismo esa dirección que hoy se ha perdido.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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