Nueva York. Brian Chesky, el ex diseñador de cajas de cereales quien, como fundador y CEO de Airbnb, ha catapultado el valor de esta compañía a más de 85 mil millones de dólares, presentó ayer las innovaciones con las que pretende seguir revolucionando el negocio del hospedaje.
Amado por unos, odiados por vecinos de ciudades que se quejan de los problemas de gentrificación y por los hoteleros que denuncian la competencia desleal, para bien o mal ha impulsado el negocio más disruptivo del hospedaje de los últimos años.
Después de aquellos duros momentos de la pandemia, en donde despidió a un número importante de colaboradores, decidió al estilo de Steve Jobs, fundador de Apple, no abrir más áreas de negocios que no pudiera controlar.
A partir de allí, en sus “estrenos” o “presentaciones” de verano e invierno, ha empujado más innovaciones a la plataforma lo que ha seguido reforzando su competitividad.
Ayer ataviado con una camiseta negra propia de los mil millonarios del Silicon Valley y acompañado de sus dos golden retriever merodeando por un auditorio para 60 personas en el Soho, presentó tres nuevas funciones de su plataforma:
- Forma de ordenar las reseñas de los huéspedes, para que lean las que son de su interés, en función de enfoques particulares.
- Una nueva categoría de “favorito de los huéspedes”, que le dará un peso adicional al concepto de “súper anfitrión” para quienes hacen bien su tarea.
- Nuevas herramientas para el manejo de las listas, es decir todo lo que una propiedad les ofrece a los viajeros.
A pesar de ello y del uso de herramientas de inteligencia artificial, Chesky sabe que siguen existiendo las reseñas falsas y que hay propietarios que siguen inventando formas de decirle mentiras a sus potenciales huéspedes.
Pero precisamente ese mismo ingenio ha hecho la competencia tan pesada a los hoteles, pues en la “colección” de Airbnb hay desde departamentos increíbles heredados por generaciones, hasta cabañas únicas en sitios imposibles o casas de diseñadores extraordinarios hechas personalmente para ellos.
Claro que Airbnb tiene un límite y la mayoría no renuncia a un servicio profesional de hospedaje, pero Chesky aseguró que en el último año a nivel global incluso el precio de las rentas de las propiedades ha bajado 1% mientras las de los hoteles han aumentado 10%.
Algunos como el hotel Arlo Soho, elegido para alojar a sus invitados el día del anuncio, tiene unas habitaciones diminutas de unos 18 metros cuadrados, casi un camarote digital, con muchas áreas comunes para trabajar, comer y beber con estilo, pagando al menos 350 dólares la noche lo que también parecería indicar que lo confortable y aburrido no es lo de hoy.
La tecnología es otra poderosa aliada y en esta ocasión mostró una nueva función, para cambiar la aplicación de las cerraduras electrónicas desde la aplicación.
En Estados Unidos 40% de los anfitriones tienen cerraduras de este tipo y ahora podrán cambiar la clave con la misma facilidad con que les recomiendan a sus huéspedes dónde comer las mejores hamburguesas.
Pero quizá lo más preocupante para los hoteleros de cepa, debería ser ver a Chesky dando entrevistas y a sus capitanes de camisetas negras trabajando sin parar, no obstante que él y varios de ellos ya tienen en sus cuentas muchos millones de dólares y varias décadas de vida por delante.