Aeroméxico y la ambiciosa renovación de su flota

 
Alonso Gordoa
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Si Andrés Conesa Labastida, director general de Aeroméxico, evade responder si esta compañía hubiera puesto la orden de compra por 11 mil millones de dólares por 100 aviones Boeing, en caso de que Andrés Manuel López Obrador hubiera ganado las elecciones presidenciales, lo cierto es que se trata de una operación que denota confianza en el país.



Incluso la aerolínea no habría aceptado el pedido si, primero, Aeroméxico no tuviera una gran solidez financiera y si, segundo, se percibiera que el futuro del país descansara en un polvorín.

Se trata de una inversión histórica para una aerolínea mexicana en la que incluso jugó un papel importante la presencia de Delta, su socio minoritario estadunidense, que sí tiene antecedentes de haber hecho otras veces órdenes de compra de esa magnitud.

Conesa explica, además, que hay una red debajo del trapecio, pues incluso si los supuestos de crecimiento de la demanda de pasajes de avión no se cumplieran, los aviones propios podrían ir reemplazando a los que hoy tiene esta compañía en arrendamiento y cuyo costo financiero es mucho más elevado.

Si a esto le sumamos que los nuevos Boeing 737-8 Max gastarán 13% menos de combustible, que representa 35% del costo operativo, resulta que el margen de operación mejorará 40%.

En todo caso, los supuestos de los que parte esta compra gigantesca son que la demanda de asientos de avión seguirá creciendo 50% por arriba de la evolución del Producto Interno Bruto.

Además, si se concretan los planes del próximo gobierno para engrosar la clase media en México, la segunda cifra podría incluso acelerarse.

Brasil es el ejemplo y si México tuviera la composición de ingreso de aquella nación del Cono Sur, en lugar de 50 se harían 70 millones de viajes
aéreos por año.

Claro que no todo es chiflar y cantar, pues el cuello de botella más relevante que se percibe en el horizonte es el del propio aeropuerto de la Ciudad de México, que está llegando a pasos acelerados a su punto de saturación.

Según los cálculos gubernamentales, su infraestructura está preparada para recibir 35 millones de viajes al año y ya va en 27 millones; así es que a un ritmo de crecimiento de 6%, ojalá sea mucho más, en unos cinco o seis años estaría al tope.

Mientras tanto, los números de Aeroméxico lucen muy bien para los inversionistas e, incluso, hay un programa NPS para mejorar el servicio al cliente y también está la meta de aumentar de 80 a 85% su índice de puntualidad.

Conesa no acepta que hoy esta compañía tenga una posición dominante en el mercado mexicano y recuerda que hasta ahora los socios no han cobrado un centavo de dividendos.



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