Aeroméxico, que dirige Andrés Conesa, suscribió una carta de intención con Aimia, radicada en Toronto, para recuperar el control de su programa de lealtad Club Premier, vía PLM gestora que era propiedad de ambas empresas.
Aimia tenía 48.9% de las acciones de PLM, propietaria y operadora de Club Premier, y que pronto será una subsidiaria de Aeroméxico.
Cuando culmine la operación, que es parte de la reestructura de Aeroméxico tras salir del capítulo 11, Aimia recibirá unos 492 millones de dólares de ingresos netos en efectivo por esa desinversión.
La aerolínea mexicana tendrá entonces el control sobre la relación comercial con sus viajeros de más alto poder adquisitivo; los que cuentan con tarjetas de afinidad Platino y Titanio, viajan en business class y aunque son 20% del total generan 50% de los ingresos.
Aeroméxico le debía unos 165 millones de dólares a Aimia y fue una de las empresas que se inconformó con el plan de salida del capítulo 11, lo que se resolvió con su desinversión.
Aeroméxico había reducido ingresos potenciales con sus clientes Premier; con quienes hará más negocios si sabe rentabilizarlos.
Actualmente Club Premier tiene más de cinco millones de socios y Aeroméxico alianzas con 18 aerolíneas de SkyTeam y 50 empresas de comercios y viajes.
Como parte de la reestructura, Conesa aseguró que esta operación beneficiará a los clientes de la aerolínea con un programa de lealtad más ágil y relevante.
Divisadero
Mala comunicación. Gustavo Armenta presentó su renuncia con fecha 28 de febrero a la Dirección General de Comunicación Social de la Secretaría de Turismo (Sectur), luego de haberle provocado varios problemas a su jefe Miguel Torruco.
La gota que derramó el vaso fue haber subejercido durante tres años los magros presupuestos de publicidad de la dependencia, lo que no abonó a las relaciones del titular de Sectur con las Secretarías de Gobernación y de Hacienda.
Armenta hizo un trabajo gris y no defendió su derecho a acceder a la información más valiosa de Sectur, para difundirla de forma profesional.
En su lugar entrará Enrique Avilés, un comunicador proactivo y conocedor del turismo quien tiene el reto de convencer a Torruco de la importancia de hacer una difusión moderna y eficaz.
De ser así, el secretario tendría que aceptar que la crítica es inherente a la labor periodística; en lugar de encasillar todo en una visión maniquea de “amigos y adversarios”.
Fonatur. Desde el arribo de Javier May a la dirección general de Fonatur, en lugar de Rogelio Jiménez Pons, los colaboradores más cercanos a este último entendieron que su tiempo en la institución estaba contado.
Hasta ahora el Comité Técnico sólo ha ordenado 10 cambios, entre ellos los de Alejandro Varela, el director jurídico que ya está despachando en la Secretaría de Comunicaciones; Gabriela García Reyna, directora administrativa del Tren Maya y Ricardo Ampudia, su asesor en temas de comunicación y relaciones con la iniciativa privada.
Sin embargo, el Comité Técnico de Fonatur sesionará nuevamente en una o dos semanas y entonces es previsible que May se arme con todos los cuadros que requiere para correr esa nueva zaga de “Misión Imposible”, en que se ha convertido echar a rodar al Tren Maya.
Por lo pronto varios funcionarios ya tienen dispuestas sus cajitas para sacar sus pertenencias, sólo en caso de que se ofrezca.