Cuando le preguntan a Sergio Allard, el director de talento y relaciones institucionales de Aeroméxico, cuál es su principal reto al frente de esta posición, su respuesta es impulsar una relación laboral madura y de vanguardia en esta aerolínea.
Hace unos años Pedro Aspe Armella, fundador y expresidente de Volaris, contaba que cuando percibió el tamaño de los pasivos laborales de las aerolíneas tradicionales en México, decidió que había una gran oportunidad para competir con bases distintas.
En realidad no se había equivocado, precisamente los pasivos laborales aunados a otras decisiones equivocadas en la conducción del negocio fue lo que provocó la quiebra de Mexicana.
Un hecho que dejó lecciones importantes para los dueños de las aerolíneas, pero también para los trabajadores.
Desde finales del año pasado, Allard sabía que dejaría la dirección comercial de Aeroméxico y que una de sus responsabilidades sería la relación con los sindicatos.
Sus décadas en el negocio de la aviación, los contactos que ha tejido con muchos de sus actores y su capacidad de análisis matemático, como le corresponde a un actuario de profesión, abogaban en ese sentido.
Claro que su puesto no se restringe a esto, también están bajo su mando la comunicación, la capacitación y el servicio a clientes; pero el gran asunto es, sin duda, la interrelación entre la empresa y los trabajadores.
Hoy sin demagogia se habla de asociados y esto significa que el futuro de ambas partes, depende en gran medida de que haya una colaboración eficaz.
El costo laboral para Aeroméxico sigue siendo, en promedio, 40% más alto respecto al de las aerolíneas que nacieron en la última década como Interjet, Volaris y VivaAerobus.
La gran oportunidad, entonces, está en la competencia internacional donde Aeroméxico está ganando terreno sobre todo a partir de la entrada en operación de los primeros cinco Boeing 787 que le están atrayendo más pasajero internacionales.
La empresa empuja también un gran proyecto para desarrollar un hub o centro de distribución en la Ciudad de México, con los que llama 11 “bancos de distribución” que optimicen el uso de sus slots o posiciones para operar los aviones a sus diversos destinos en México y al extranjero.
También hay más atención a los casos que se suscitan todos los días y una revisión anticipada de los retos laborales, para evitar que se polaricen cuando se acercan las fechas de las revisiones contractuales.
Claro que todo esto tiende a ser más difícil conforme el ambiente económico se vuelve retador como está sucediendo, por ejemplo, debido al incremento del precio de la turbosina.
Pero Allard considera posible que en Aeroméxico se consolide una relación laboral al nivel de las compañías más modernas del mundo.