Aeroméxico da paso definitivo para evitar la quiebra

 
Carlos Velázquez
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En junio de 2020 Andrés Conesa grabó un video comunicándole a sus colaboradores que Aeroméxico había entrado al capítulo 11 de la Ley de Quiebras en Estados Unidos, como la estrategia más viable para salvar a la compañía por la crisis del Covid-19.



Entonces prometió cuidar las “alas” de “Caballero Águila”, insignia de dicha organización, lo que sus competidores vieron como “buenos deseos” ante el tamaño del reto de la pandemia.

En aquella época de incertidumbre se dieron aquellos vuelos a diferentes ciudades de China, para traer equipo médico a México; también las negociaciones con las diferentes organizaciones sindicales que hicieron concesiones para mantener viva a la empresa y la invitación a nuevos socios internacionales.

Más de un año y medio después, el viernes pasado llegó la confirmación del plan de reestructura ante la Corte de Quiebras de Nueva York, prueba de que Conesa cumplió su palabra y evitó el derrumbe de la compañía.

La aerolínea informó que continuará trabajando con todos sus participantes clave para salir del proceso de reestructura bajo el capítulo 11, para hacer efectivos los acuerdos corporativos de la Asamblea del 14 de enero de este año.

Conesa dijo estar orgulloso de formar parte de un equipo de profesionales de clase mundial; agradeció a trabajadores, accionistas, a la jueza Chapman y a los nuevos inversionistas, todos los cuales evitaron que México perdiera su aerolínea bandera.

Divisadero

Berrinche diplomático. Como adelantamos en este espacio, el ex gobernador de Sinaloa Quirino Ordaz ya recibió el beneplácito del gobierno español para convertirse en titular de la embajada de México en Madrid.

Evidentemente no les alcanzaron los misiles mediáticos a los embajadores mexicanos que trataron de torpedear su nombramiento; más con ganas que con armas efectivas, pues esa decisión y los tiempos siempre estuvieron en las oficinas del gobierno español.

Prueba de amistad. Dicen que la amistad es incondicional y vaya prueba que enfrentó la semana pasada Rogelio Jiménez Pons, luego de que su amigo el presidente López Obrador explicó en tercera persona las razones por las que le había quitado la construcción del Tren Maya:

“(…) podemos querer mucho a una persona, pero si esa persona no se aplica, no se entusiasma, no tiene las convicciones suficientes (…) no está entendiendo de que una transformación es un cambio profundo, es una revolución de conciencias”.

Claro que cuando una decena de medios publicaron que López Obrador había culpado a su amigo por el retraso del Tren Maya, entonces salió conque lo malinterpretaron y que él reconocía el trabajo del ex director de Fonatur.

Jiménez Pons aguantó, no respondió y probó que, por lo menos de su parte, a los amigos se les perdona todo, sobre todo cuando se trata del presidente de México.

Riviera Nayarit. Con esa idea extraña del gobernador nayarita, Miguel Ángel Navarro, de quererle cambiar el nombre a Nuevo Vallarta por Nuevo Nayarit, lo que sería tanto como tirar a la basura millones de dólares usados para posicionar aquella marca, hay quienes dicen que se extraña a Marc Murphy, el casi sempiterno director de la OVC de Nayarit, que fue despedido en diciembre por Morena. Otros recuerdan que, años atrás, Murphy se pirateó la estrategia de promoción de Riviera Maya para lanzar Riviera Nayarit, por lo que el gobierno de Quintana Roo incluso evaluó demandarlo en su momento.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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