Comentarios al vuelo de Rosario Avilés
Uno de los asuntos que conmovieron a la aviación mundial en este 2019 fue la secuela del accidente de la aerolínea Ethiopian Airlines, cuando el vuelo 302 en un Boeing 737 MAX se precipitó a tierra en el momento del despegue. A pesar de los impresionantes márgenes de seguridad del transporte aéreo, de vez en cuando hay accidentes fatales, de modo que año con año nos enteramos de estos eventos, muy lamentables, que suelen provocar investigaciones exhaustivas para -una vez determinada la causa probable y los factores contribuyentes- se emitan recomendaciones a todas las aerolíneas para que tomen medidas que eviten que algo semejante se repita en el futuro.
Lo relevante en este caso, es que el accidente de Ethiopian en este modelo específico desarrollado por la Boeing, fue el segundo en un 737 MAX, muy semejante a lo ocurrido meses antes, en octubre de 2018, pero en el vuelo 610 de Lion Air. El resultado fue que las autoridades de diversas naciones prohibieron que el MAX siguiera volando en sus cielos, por lo cual las aerolíneas que estaban operándolo decidieron ponerlo en tierra. Estamos hablando de un total de 300, pero a partir de marzo dejaron de recibir las aeronaves ya pedidas, a pesar de que Boeing siguió fabricándolos hasta el 16 de diciembre pasado.
El anuncio de que Boeing decidió frenar la producción tomó por sorpresa a diversos sectores, pues justo unos días antes la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) había dicho que esperaban que el MAX sería autorizado a volar en poco tiempo, aunque no pudo precisar la fecha. Hasta donde las investigaciones han llegado, el problema se originó por innovaciones que modificaron la estabilidad del avión en el despegue, por lo cual le fue incorporado un software que no fue explicado suficientemente a los pilotos, y ello generó los fatales desplomes.
Las secuelas de los accidentes han sido variadas y tocan no sólo a la empresa, que sin duda se ve afectada por las demandas de los deudos del accidente y de los operadores afectados, por la baja en ventas y por el daño reputacional que ya se deja ver en las preferencias de aerolíneas por otras marcas, en especial por el modelo rival, el Airbus Neo que es la competencia directa.
Muchas aerolíneas han tenido pérdidas económicas, como Southwest, que calcula un quebranto por más de 430 millones de dólares por la cancelación de 175 vuelos semanales. En nuestro país, Aeroméxico ha sufrido por la puesta en tierra de 12 aviones además de los que no ha recibido, con una pérdida de 7% en pasajeros. El asunto también implica afectaciones para la economía de los Estados Unidos, ya que Boeing es una de sus marcas insignia y uno de los empleadores y desarrolladores de tecnología más importantes. El caso dará, sin duda, mucho de qué hablar en el futuro, pero es innegable que, en adelante, las autoridades aeronáuticas serán mucho más rigurosas con las innovaciones. E-mail: [email protected]