La belleza icónica de Santorini ha convertido a esta pequeña isla del mar Egeo en un imán para millones de turistas. Sin embargo, esta popularidad creciente ha generado un problema crítico de sobresaturación, lo que ha llevado a los residentes locales a exigir medidas urgentes para preservar la isla.
Con una población de apenas 20,000 habitantes permanentes, Santorini recibe anualmente a más de 3.4 millones de turistas.
Este flujo masivo no solo pone en riesgo la infraestructura y recursos locales, sino también la esencia misma de la isla. El alcalde de Santorini, Nikos Zorzos, ha sido uno de los principales defensores de limitar el número de visitantes, proponiendo una reducción drástica en el número de pasajeros de cruceros, de unos 17,000 visitantes diarios a solo 8,000.
La situación se ha agravado con el aumento de los precios de alquiler y la conversión de muchas viviendas en alojamientos turísticos, lo que dificulta a los residentes mantener su calidad de vida.
En respuesta a la presión de la industria turística y la necesidad de conservar el entorno natural, Grecia ha implementado nuevas normas para los turistas de playa, que incluyen la prohibición de tumbonas en áreas ecológicamente sensibles y una restricción del uso de playas para evitar la saturación.
Estas medidas reflejan un intento por encontrar un equilibrio entre el crecimiento económico y el bienestar de los residentes locales.
Santorini, junto con otras islas populares como Paros, enfrenta un futuro incierto. La rápida expansión del turismo ha llevado a una inversión masiva en la región, pero también ha traído consigo desafíos significativos.
La lucha por preservar Santorini se convierte en un símbolo de los desafíos que enfrentan muchas islas mediterráneas. Como ha señalado el alcalde Zorzos, en diversas conferencias de prensa y a través de sus redes sociales, la isla está “saturada”, y sin acciones concretas, el futuro de este paraíso en el Egeo podría estar en riesgo.