Desde el pasado 17 de octubre, se han suspendido operaciones en casi una docena de aeropuertos en Francia, debido a llamadas anónimas que alertaban sobre la presencia de posibles bombas en sus instalaciones.
Estas amenazas han generado un caos en la operatividad de los aeropuertos e incertidumbre entre los pasajeros. Sin embargo, esta situación se prolongó durante toda la semana, con cancelaciones y evacuaciones continuas.
El miércoles y jueves, las cancelaciones de vuelos y las evacuaciones se repitieron, afectando de manera significativa a los vuelos nacionales, ya que la combinación de aeropuertos de partida y llegada se vio afectada, lo que generó un impacto considerable en los itinerarios de los pasajeros.
En el caso del aeropuerto de Lille, la operación se vio interrumpida durante tres días consecutivos debido a las amenazas. Además, se encontraron paquetes sospechosos en las instalaciones, aunque posteriormente se confirmó que no contenían ningún elemento peligroso. “A pesar de ello, cada amenaza y paquete sospechoso debe ser tratado con extrema precaución, dada la situación previa de amenazas en Francia”, afirmaron las autoridades.
El Gobierno, a través del ministro de Transportes, Clément Beaune, advirtió a los responsables de estas amenazas sobre las graves consecuencias legales que enfrentan en caso de emitir amenazas falsas, con penas de hasta dos años de prisión y multas de hasta 30 mil euros.