Copala, la primera comunidad inmobiliaria de Quivira destinada a la venta de propiedades, luego de años dedicados a la hotelería y los tiempos compartidos, tuvo un papel determinante para trazar la estrategia comercial y definir los precios de este desarrollo ubicado en Cabo San Lucas.
Para Rafael Covarrubias, director general de Discovering Mexico, Copala fue producto de la fusión de dos visiones: La de Pueblo Bonito con un gran expertise en el mercado estadounidense de los tiempos compartidos y en el gusto de californianos y texanos; y la de este broker o compañía de corretaje, con una sólida experiencia en el mercado inmobiliario turístico.
En 2012, refiere, la crisis inmobiliaria en Estados Unidos seguía viva, por lo que decidieron entrar con la marca Pueblo Bonito en el momento correcto, con el producto adecuado y al precio que se necesitaba.
Con el tiempo, dice, el producto mejoró y se volvió más refinado, pero fue un gran éxito ofrecer financiamiento directo y el modelo de preventa comenzó con un capital de apenas 100 mil dólares y el terreno.
Covarrubias recuerda haberse “enamorado” desde el principio de la propiedad, debido a su ubicación única, en el punto más austral de la Península de Baja California.
Su conclusión fue que con los 500 cuartos hoteleros que ya había en Quivira y la infraestructura, vendería tres propiedades mensuales a mil 750 dólares el metro cuadrado ya construido.
Ese precio se fijó siguiendo el antecedente del Tezal, un desarrollo de clase media alta situado a cinco kilómetros del centro de San Lucas del lado del Mar de Cortés.
Pero la realidad superó al proyecto y Discovering vendió seis propiedades al mes en promedio, cuyo precio hoy es de seis mil dólares el metro cuadrado; aunque en Quivira ya hay inmuebles de 15 mil dólares el metro cuadrado; mientras que en el St. Regis hotel y residencias, también dentro de la propiedad, han alcanzado los 25 mil dólares metro cuadrado.
Riesgo compartido
En aquel momento, recuerda Covarrubias, se estaba comenzando a construir el campo de golf que hoy es uno de los mejores del mundo; también se ofrecían amenidades como el servicio hotelero, el parque para perros y desde entonces se conceptualizó como una comunidad.
Quien compra en preventa, abunda, también es un visionario que tiene cierta tolerancia al riesgo y con el apoyo de la marca Pueblo Bonito, los compradores comenzaron a ver lo mismo que observaban los desarrolladores y decidieron apostar su dinero.
El especialista en ventas inmobiliarias recuerda, también, que pidió poner en los contratos una cláusula que decía que, si la propiedad no estaba terminada, después del plazo de gracia le entregarían al dueño un cuarto hotelero mientras concluía la obra, lo que nunca sucedió, pero sí generó más confianza.
La demanda fue determinante para el rumbo que tomó Copala, al principio el plan era que dos terceras partes fueran casas y una tercera departamentos; pero las proporciones se invirtieron y hubo muchos más dispuestos a pagar por tener vista al mar.
El proyecto original de la Casa Club era más sencillo y de una alberca y un restaurante, creció a un inmueble con sala de cine, gimnasio, un snack bar adicional, una tienda y servicio hotelero.
De hecho, la amenidad más importante es la casa club pues con casas y departamentos de entre 125 y 250 metros cuadrados, la gente debe salir y contar con un punto de encuentro para volverse una comunidad.
Otro aspecto a destacar es que a los estadounidenses, el principal mercado, les gustaron los acabados con las tejas, los ojos de buey y las vigas completas de hierro forjado, una tendencia más clásica que modernista con la que se sienten identificados.
Además, el campo de golf fue concluido antes de que se vendieran todas las propiedades y el proyecto creció de 200 a 320 unidades; además los precios aumentaron muy rápido y siempre se fue midiendo la respuesta del mercado.
Uno de los éxitos de Quivira, resume Covarrubias, ha sido tener una mezcla de productos y después de Copala, se decidió contar con un producto más sofisticado que fue Coronado y otro más simple que fue Mavila.
Pero incluso en este último, el precio del metro cuadrado ya está en los cuatro mil quinientos dólares, lo que significa que la plusvalía de Quivira ha beneficiado a todos los propietarios.
Hoy la arquitectura de los nuevos desarrollos en Quivira, ofrece un diseño mexicano contemporáneo que está marcando las tendencias en este momento y seguramente habrá más desarrollos en esa línea.
Probablemente en el futuro, dice Covarrubias, habrá otros desarrollos en Quivira como Copala, aunque con esos cambios que marca el paso del tiempo.
Las propiedades siempre se verán elegantes y bien hechas, aunque haya una evolución en el lenguaje arquitectónico.