Un atentado contra el turismo de Quintana Roo

 
Carlos Velázquez
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Si un animal grazna, tiene plumas y camina como pato, es pato; y en el truculento caso de la explosión de un petardo en el ferry Caribe I, el hecho parece auto atentado, los móviles van en el mismo sentido y urge probarlo.

El pasado fin de semana los hoteles de Cozumel tuvieron una ocupación del 68% y hubo una demanda inusitadamente alta de servicios turísticos en la isla; pero también un sentimiento de inquietud indeseable.



Desde que Estados Unidos, el país de los warnings, emitió una alerta de viaje prohibiendo que sus funcionarios utilicen los ferrys entre Cozumel y Playa del Carmen, unos jugadores turísticos importantes ya hicieron eco de tal medida.

Se trata de las navieras que alimentan de cruceros a Cozumel, uno de los destinos más concurridos por los turistas que se mueven en estos hoteles flotantes.

Resulta que dichas compañías ya cancelaron temporalmente las excursiones que requieren utilizar estos ferrys; así es que ahora todas las actividades se concentran en la isla, lo que explica el aumento en la demanda de servicios.

Aunque no es alentador que otro artefacto explosivo haya aparecido flotando cerca del segundo ferry de Barcos Caribe, el Caribe II; como tampoco fue agradable el capítulo de la supuesta narcomanta que apareció en Cozumel atribuyéndose el ataque.

Esclarecer el problema le da un sentido de urgencia a las investigaciones, en donde el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, autorizó la participación del FBI y otras agencias internacionales.

En voz baja y off the record, empresarios turísticos y autoridades comparten una teoría que hace sentido y que ahora es importante demostrar o descartar.

Esta parte del hecho de que Barcos del Caribe, donde la cabeza más visible es Roberto Borge Martín padre del ex gobernador Roberto Borge Angulo, había roto el duopolio conformado por Naviera Golfo Transportación, de Mario Enrique Molina, y Ultramar, de Germán Orozco, quienes tradicionalmente han operado este puente marítimo entre Cozumel y Playa del Carmen.

Algo que consiguió con toda la fuerza del gobierno de Borge Angulo, quien no actuó  alentado por los nobles principios de un sacerdote del libre mercado sino para sumar otro pingüe negocio familiar.

Así es que cuando Joaquín González, a quien Borge había nombrado su “archienemigo”, llegó al poder; el mandatario ejecutó aquella frase atribuida a Benito Juárez: “A los amigos justicia y gracia. A los enemigos la ley”.

Es decir los obligó a pagar todos sus impuestos, a cumplir con los requisitos de la normatividad y la empresa que no era muy eficiente comenzó a hacer agua.

La teoría de que sufrió un ataque de sus competidores es inverosímil porque ya estaba en el hoyo y lo más beneficiados serían sus propios socios, que ahora tiene el pretexto perfecto para incumplir con los compromisos que se les acumulaban.

Y si esto fue un auto atentado, parece más grave que unos quintanarroenses lleguen a ese extremo sin importarles que estén afectando la imagen de Cozumel y del Caribe Mexicano, principal baluarte del turismo en el país.



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Periodista apasionado de los viajes y de entender y comunicar cómo funciona la industria del turismo.

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