David Paz toma la llamada para este medio cuando son las 2 de la mañana en su lugar de residencia. Es un bartender mexicano que se fue a París a trabajar, precisamente, en las barras de los bares parisinos.
Cuenta que allá, en la ciudad luz, nadie tuvo tiempo de prepararse. De un día a otro todo estaba cerrado y el confinamiento no sólo era obligatorio, sino que no tenía fecha de finalización.
“Recuerdo que un sábado terminamos turno y para el domingo nos dijeron que el primer ministro ya había ordenado que cerráramos. Apenas unos días antes ya habían cerrado los centros nocturnos”, narra.
En medio de la angustia, y con pandemia extendiéndose a todo el mundo, David tuvo que viajar de París a Ciudad de México para renovar su visa. Cuando realizó el viaje nuestro país apenas empezaba con medidas más estrictas de distanciamiento social.
Cuenta que en el Aeropuerto Benito Juárez sólo le tomaron la temperatura como parte de los controles de seguridad sanitaria. Además de eso, no hubo alguna otra medida ni preguntas de dónde procedía o acerca de su estado de salud.
La estancia en su tierra natal fue corta y no cumplió su cometido. Para el momento en que arribó, la embajada de Francia en México ya estaba cerrada, situación que lo obligó a volver a París con un permiso extendido de seis meses para el nuevo trámite de renovación de visa.
Para cuando tuvo que volver al aeropuerto de Ciudad de México el panorama fue completamente distinto. Únicamente los pasajeros con pase de abordar podían entrar al edificio, el distanciamiento social ya era estricto y la gente ya usaba guantes y cubre bocas en todo momento.
La cotidianidad que lo recibió en su vuelta a París fue completamente distinta de cuando se fue. La gente ya estaba en las calles, ocupando lugares públicos, haciendo picnics. Se respiraba menos tensión y miedo. Y, sin embargo, todavía no tiene fecha de regreso a sus labores.
“Los bartenders nos hemos mantenido sin trabajar, sólo está yendo cocina y algunas personas que trabajan en sala. Aunque de todos no ha habido ni un despido. Nuestro sueldo lo paga la mitad el gobierno y la mitad la compañía”, afirma.
No hay fecha de regreso para los centros de consumo, lo que sí se sabe es que a partir de septiembre se podrán hacer eventos que concentren a más de cinco mil personas.
Al menos hasta el 24 de julio la llegada de turistas está prohibida. Hasta esa fecha todo Francia se considera aún en emergencia sanitaria.
En el bar donde labora apenas están trabajando en los protocolos que seguirán en el regreso a la nueva normalidad. Aunque todavía no hay nada específico, el distanciamiento social será obligatorio.
Esperan que se dejen varios asientos libre y, al menos cada dos personas, deberán tener gel antibacterial.
David tiene todavía un mes para estudiar al consumidor que sin duda llegará con expectativas diferentes. Tiene un mes para implementar nuevos procesos de sanitización y para adecuar su espacio.
Mientras, la emergencia lo obliga a seguir con el distanciamiento incluso aunque las medidas comienzan a relajarse en su país de residencia.