Recorrer las cantinas que José Alfredo Jiménez visitó en su juventud, es la opción para disfrutar de un fin de semana en familia o celebrar el Día del Padre con tequila en mano y la rockola a todo volumen.
La vida de José Alfredo Jiménez y su trayectoria musical, lo llevaron por los caminos de Guanajuato y a recorrer distintas partes del país; su repertorio incluye canciones rancheras, corridos, el huapango o la banda sinaloense. Él componía canciones en honor al héroe cotidiano, al amor, al desamor y a la dignidad entre los amantes; creaba historias sobre los pueblos del norte y el bajío mexicano y escribía letras para desahogar los desencuentros.
En la actualidad, existen tours que llevan a la gente a conocer las cantinas en las que el cantante dejó huella, porque las frecuentaba para estar con sus amigos o porque estuvo una vez y fue un acontecimiento que jamás se olvidó. El trayecto lleva a los seguidores del artista visitar lugares por Dolores Hidalgo y la Ciudad de México, ya que la capital fue el destino donde José Alfredo logró el éxito.
Dolores Hidalgo
La Cantina El Incendio abrió sus puertas en 1917 y se dice que ese era el lugar donde el cantante se reunía con sus amigos para platicar y encontrar inspiración. El establecimiento tiene más de 100 años de historia y hoy es un sitio turístico al que llegan visitantes de todas las edades y latitudes para corear canciones como “Serenata sin luna”, “Un mundo raro”, “Tú y las nubes” o “Que se me acabe la vida”.
La Hiedra se suma al itinerario para brindar con mezcal y cantar “Sigo siendo el rey”, fue una de las cantinas más visitadas por el artista; cabe mencionar, que en aquel tiempo la entrada a esos lugares era exclusivo para los hombres; se juntaban en grupo, bebía, reían, lloraban y desahogaban sus penas; “El Rey” hacía lo mismo, pero de aquellas historias que escuchaba y de su propia experiencia nacía la musa para escribir aquellas canciones que lo llevarían a la inmortalidad.
CDMX
En la calle Jaime Torres Bodet de la colonia Santa María La Ribera, se localiza el Salón París, establecimiento que guarda historias y recuerdos de otra época; para calcular los años que lleva en servicio, cabe mencionar que fue la primera cantina de la ciudad en la que se escuchó cantar a José Alfredo Jiménez. La fama que ganó el lugar se mantiene vigente hasta nuestros días y hoy mucha gente la visita por aquella anécdota, la buena atención y por servir un caldo de camarón que los clientes aseguran es delicioso; así como todo lo que se ofrecen en la carta. Los jueves es el día con más afluencia, ya que el platillo de la casa es el chamorro y nadie pierde la oportunidad de comer rico, a buen precio y tomarse unos tequilas en honor a “El rey de la canción ranchera”.