Entrar al Xibalba es vivir las creencias mayas

 
Nallely Campos
hrs.

Los antiguos mayas creían que los cenotes y cavernas, son las raíces que forman el inframundo, donde los Bolón-Ti-Ku o Nueve Señores de la Noche, gobiernan, por lo que es necesario solicitar su permiso antes de ingresar.



Desde las entrañas de las tierras yucatecas y con equipo especializado para bucear, es posible observar un mundo subacuático protagonizado por rocas calizas de distintos colores que a través de los años han formado cañones subterráneos con una profundidad incalculable.

Una vez dentro de las cavidades, los paisajes submarinos provocan que algunos visitantes, se detengan a observar, siendo sorprendidos por algunas especies endémicas como el pez gato o el pez ciego; además de descubrir y contemplar algunos vestigios de cerámica y objetos ceremoniales, que datan de la época prehispánica y pertenecieron a los mayas.

Conviviendo con la naturaleza

Según datos de la Secretaría de Turismo del estado se han censado más de dos mil cenotes en Yucatán, los cuales se clasifican en tres tipos: a cielo abierto, semi abiertos y subterráneos o en gruta. Todo depende de su edad, los más antiguos son aquellos que se encuentran completamente abiertos.

En ellos, la aventura comienza a 30 metros de profundidad; además, el paisaje que se observa, se asimila a la descripción del centro de la tierra que Julio Verne relata en uno de sus libros, y es que, un mundo desconocido y totalmente a oscuras guarda bellezas naturales formadas por rocas que han hecho erosión durante miles de años.

Otras de las sorpresas que pueden encontrarse, son los restos fósiles de animales que habitaron el mundo en la época prehistórica, la mayoría les observa asombrados mientras esperan para salir a la superficie y externar sus preguntas al guía de la zona, el cual, muchas de las veces es arqueólogo también.

Una buena forma de comenzar los recorridos a través de los cenotes yucatecos es partiendo del sitio arqueológico Chichén Itzá, donde sólo se necesita trasladarse tres kilómetros hasta llegar a Ik Kil, el cual se encuentra rodeado de plantas exóticas y árboles, donde habitan gran variedad de aves silvestres como: tucanes, loros, cenzontles, cardenales, cazadores de moscas, turquesa mot-mot, y varios más.

Se trata de uno de los cenotes donde el lujo y la naturaleza se combinan, para recibir a sus visitantes. Aquí, las noches se ambientan con el sonido armonioso de ranas, grillos y monos, mientras que algún venado se acerca sigilosamente acompañando a los turistas en el disfrute de la naturaleza.

Todo esto dentro de una lujosa palapa con aire acondicionado y jacuzzi, disfrutando un coctel y el espectáculo nocturno que las estrellas ofrecen.

Para llegar al cenote, es necesario bajar por una escaleras hechas de piedra, las cuales cuentan con pequeñas salidas hacia unos balcones que permiten mirar su belleza desde diversos puntos, al llegar hay una plataforma que da acceso a sus aguas y convivir con algunos peces bagres que habitan en él.

Después de pernoctar en Ik Kil, el siguiente punto es necesario dirigirse al poblado de Chocholá, el cual se localiza a 20 minutos de Mérida, tomando la carretera a Campeche.

Aquí se localiza el cenote San Ignacio o Tuunich Ha (agua en la piedra), uno de los más seguros para nadar y refrescarse un rato, cuya profundidad no requiere de ninguna clase de equipo especializado.

Al entrar, formaciones de estalactitas le rodean, aún conserva su estructura de cueva, por lo que es uno de los cenotes más jóvenes del estado.

La claridad y color de sus aguas se acentúa gracias a la luz solar que se filtra a través de un agujero, localizado a un costado, haciendo que se intensifique el azul turquesa de sus aguas  en la que habitan cientos de peces.

En los alrededores se localizan restaurantes con comida típica, además de piscinas, camastros, palapas de descanso, vestidores, baños, regaderas y áreas verdes que permiten pasar un día en familia.

Al terminar los paseos, el respeto por las tierras mayas y el contacto con su cultura y bellezas naturales, hacen comprender el por qué los cenotes eran considerados la puerta de entrada al paraíso de los mayas.



hrs.

Periodista especializada en turismo

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