Si el desembarque de los aliados en la playa de Normandía, fecha clave de la Segunda Guerra, fue el seis de junio de 1944; el “Día D” para el “desembarque” de Emirates en México será el 31 de agosto, pero los pronósticos son reservados.
Esa fecha es límite para la asignación de los slots durante la temporada alta de invierno en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y sólo el mago Chen Kai se podría sacar de su chistera el permiso de operación necesario para la ruta Dubai-Barcelona-CDMX que planea estrenar Emirates el próximo diciembre.
El “amparo buscador” que promovió Aeroméxico, que dirige Andrés Conesa, evidenció que Emirates no tiene permiso para operar y, por tanto, tampoco los slots para aterrizar diario a media tarde, en horario “estelar”, en uno de los aeropuertos más saturados del mundo.
Aeroméxico inició desde hace varias semanas una batalla legal, que incluye si estaba vigente o no el Bilateral entre México y Dubai, y respecto a si los funcionarios del gobierno mexicano anterior tenían facultades los últimos días del sexenio, para autorizar el vuelo.
El hecho es que Emirates carece del permiso y entonces puede ser acusada de intrusión, pues incluso está vendiendo boletos con un horario determinado sin tener los permisos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Emirates, a través de su abogado Carlos Campillo, ha dicho que es una práctica de la aeronáutica vender boletos sin contar con los slots, pero lo que no se puede es hacerlo sin los permisos de operación.
Sin duda los árabes están tomando riesgos y quizá su estrategia sea en el sentido de acusar a México por no respetar sus acuerdos internacionales, si se cumpliera el escenario de que no consiga los permisos.
El problema es que llegue el 31 de agosto y, aunque después obtenga las autorizaciones para operar, se quede sin los slots que ya estarán repartidos; lo que por al menos podría retrasar una temporada más el inicio de la ruta.
Divisadero
Turismo Médico. Ayer se hacía referencia aquí sobre la cumbre de Turismo de Salud a la que convoca Deloitte y que por cierto será el jueves por la mañana.
Uno de los grandes asuntos para el desarrollo de esta actividad, concretamente para lo que se refiere al Turismo Médico, son las certificaciones y está vigente una polémica sobre qué instituciones pueden o no emitir las mismas.
Carlos Arceo, presidente del Consejo Mexicano de la Industria de Turismo Médico, tiene razón cuando dice que una institución extranjera no tiene por qué emitir tal certificación.
Así es que él impulsa un permiso del Consejo de Salubridad General y otro de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.
En el pasado tuvo diferencias con Tere Solís, hoy especialista de Deloitte, cuando era subsecretaria de Turismo, sobre cómo resolver ese tema tan importante.
El reto es garantizar la calidad del servicio para los visitantes, pero sin caer en el burocratismo.
Será interesante la visión de Solís al respecto, ahora como experta de la iniciativa privada.