Cuando se habla de Chichén Itzá, la famosa zona arqueológica suele robarse toda la atención. Sin embargo, en sus alrededores existen pueblos que ofrecen experiencias únicas para los viajeros que buscan explorar más allá de lo tradicional. Xcalacoop y Pisté, dos localidades cercanas a este Patrimonio de la Humanidad, albergan atractivos culturales, naturales y gastronómicos que merecen ser descubiertos.
Xcalacoop: Un refugio de tradiciones mayas
A pocos minutos de Chichén Itzá, Xcalacoop es un pueblo con fuerte raíz maya. Aquí se pueden encontrar artesanos locales que elaboran piezas de madera, textiles bordados y cerámica tradicional. En el centro del pueblo destaca su iglesia de arquitectura colonial, un sitio perfecto para conocer más sobre la fusión de culturas en la región.
Uno de los grandes atractivos de Xcalacoop es su gastronomía. Varios comedores comunitarios ofrecen delicias yucatecas auténticas como los salbutes, los panuchos y la cochinita pibil, preparada en hornos de tierra como dicta la tradición maya. Además, los visitantes pueden degustar bebidas ancestrales como el pozol o el balché, una infusión fermentada de corteza de árbol con miel.
Pisté: La puerta a experiencias auténticas
Pisté, localizado justo a la entrada de Chichén Itzá, es más que un punto de paso. Este pueblo cuenta con diversos atractivos que invitan a una estancia prolongada. Uno de ellos es el cenote Yokdzonot, un cuerpo de agua cristalina rodeado de vegetación exuberante y gestionado por una cooperativa comunitaria, lo que garantiza una experiencia responsable y sostenible.
Para los amantes de la historia, en Pisté se pueden encontrar antiguas casas henequeneras y pequeños museos que relatan la vida de los habitantes de la región antes y después de la llegada del turismo masivo. Además, su mercado tradicional es ideal para probar frutas exóticas y especias locales.
