Un resultado imprevisto en el delfinario del Moon Palace

 
Nallely Campos
hrs.

Si los espectáculos de orcas están condenados a desaparecer en el mediano plazo, los dueños de los delfinarios tienen un reto de comunicación para cambiar la percepción de quienes piensan que esos animales no deben vivir en cautiverio.
Una historia concreta le ocurre a Dolphin Discovery, que preside **Eduardo Albor**, quien sin querer se dio “un tiro en el pie” por atender a alguna autoridad que resultó “más papista que el Papa”.
Resulta que, desde hace un par de años, comenzó a operar un delfinario de esta compañía en el Moon Palace, uno de los hoteles gigantescos de **José Chapur** en Cancún.
Lo hizo en medio de las críticas de algunos ambientalistas que están en contra de los delfinarios; sin considerar que cuando estos operan cumpliendo con la normatividad, que en México es muy estricta, estos animales se reproducen y viven más tiempo que en mar abierto.
Como las críticas siguieron, la autoridades medioambientales en Quintana Roo convencieron a **Albor** de que aplicara, para obtener una Manifestación de Impacto Ambiental, ciertas características que no existían cuando el acuario entró en operación.
La ley no es retroactiva, pero el empresario estuvo de acuerdo cierto de que también cumplía con esas normas y entonces los “activistas verdes” entraron en acción acusando a la empresa de haber operado sin los permisos requeridos.
Hoy el delfinario está cerrado. Hay más de ochenta personas que no pueden laborar normalmente; y Albor, por su parte, está siendo atacado como un depredador que se ha enriquecido a través de la explotación de estos carismáticos mamíferos acuáticos.
Esto ocurre un año después de que el Partido Verde inició su exitosa campaña contra los circos con animales y los delfinarios itinerantes, que ya no pueden operar en muchas partes de México.
Ciertamente era una crueldad tener viviendo a unos delfines en unas tinas y sujetarlos a traslados estresantes con un propósito comercial.
Pero son muy distintos los delfinarios en donde circula directamente el agua desde el mar, con una vigilancia veterinaria permanente y entrenadores bien capacitados, que cuidan de estos ejemplares para que sigan conviviendo con la gente e incluso cumplan actividades terapéuticas.
En Quintana Roo se mantiene la demanda de los turistas para nadar con estos animales. De ahí que los propietarios, a nivel nacional, hayan decidido contratar a una empresa de cabildeo legislativo y ahora están conformando una asociación para defender su perspectiva.
**Albor** dice que en caso de cerrar el delfinario del Moon Palace, podría reubicar a su personal en otros establecimientos que tiene, no sólo en México sino en varios países del Caribe.
El problema de fondo es que estaría cediendo terreno ante unas personas que, enarbolando la bandera del medio ambiente, pretenden acabar con una actividad cuando no existen razones para ello.





hrs.

Periodista especializada en turismo

Notas relacionadas
Ir a la barra de herramientas